Aposentos de Sheznarda

A pesar de Sheznarda había pensado en marcharse de la casa de piscis para ir a observar los alrededores del santuario y conocer a los nuevos portadores de los cosmos que había sentido, decidió que lo mejor era que se quedara en su sitio y se dedicara a preparar el lugar donde iba a dormir. Si bien era cierto, el lugar al que había ido, no era precisamente un sitio para que vacacionara, la mujer de los cabellos rubios era conciente de que tenía que descansar por lo menos un poco para poder tener las energías suficientes y de esa forma obtener su nueva técnica, la cual estaba dejando ya muy atrasada debido a su bloqueo mental.

-Bueno Heero. Este será el lugar donde tendremos que dormir. Espero seas un buen chico y de dediques a descansar aquí, no quiero que vayas por ahí dando lata al otro tipo que está de compañero nuestro. Bueno según él, porque en mi opinión personal, no creo que ese hombre dure mucho en este sitio.- Sheznarda tomó a su mascota en las manos dio vueltas con ella para luego caer ligeramente en el colchón de su cama y cerrar los ojos.

-De igual manera, creo que si está aquí es por algo. Como sea mi querido Heero, espero te portes bien. Descansemos un rato antes del entrenamiento.- La ladrona dijo esto y miró a su mascota con ternura. De verdad era lo único que le quedaba proteger y era por ese ser que ella había aceptado abandonar su armadura del hambre para ser una amazona. Estaba conciente de sus motivos no eran tan firmes y aceptables como los de los demás, pero sentía que aquel argumento que tenía era más que suficiente para que cumpliera su misión.

Luego de una hora de sueño la amazona se despertó con el tacto de las patitas de su mascota encima de sus piernas, pues ésta al parecer no había dormido mucho y se había dedicado a brincar por todos lados para despertar a la guerrera, quien al ver la emotividad de ese animalito, no dudó en ponerse de pie para terminar de arreglar en su cuarto las pocas cosas que tenía en su pequeño morral. Por irónico que parecía, la fantasma del hambre lo único que tenía era una gran cantidad de monedas de oro,con las que hubiese podido comprar muchísimas cosas y en realidad no tenía nada.

Con algo de pereza pensó en la manera de terminar la elaboración de su ataque. Según recordaba, sólo le faltaba una que otra cosa como para poder darlo como listo. Con algo de tristeza la ex- fantasma del hambre recordó que sus técnicas iniciales las había aprendido con la armadura de un fantasma de Eris, todo con el fin de seguir a su amiga Samantha, quien ya estaba muerta. También recordó que portando aquella armadura que hace poco había abandonado, conoció al hombre al que se entregó en cuerpo y alma y que no iba a ser capaz de olvidar jamás a pesar de que no existía más en ese mundo.

-Jabranth... Nuevamente me acuerdo de tí. Qué tristeza, y pensar que tú querías que nos fuéramos luego de que esto terminara.- Sheznarda llevó la mano derecha hasta donde estaba su dije y lo apretó un poco mientras pensaba en el rostro de su difunto amor.

-Las cosas toman un rumbo bastante desesperante. Sólo quisiera poder sobrevivir para que el recuerdo de ese hombre no muera conmigo, porque pienso plasmarlo con letras en un pergamino. Quiero que por lo menos alguien sepa que existió, no me importa como pero así tiene que ser.- Sheznarda dijo esto mientras una lágrima corría por sus mejillas, una que llevaba la carga emocional de la ausencia de sus seres más queridos.

-Es hora de salir- Dijo la mujer de los cabellos rubios mientras tomaba a su mascota con ambas manos y salía de su cuarto.