Salón del mundo

Con prisa Lydia llegó al salón del mundo pensando como una loca obsesiva en una sola idea. Encontrar a su hermano mayor, porque si era cierto lo que le había dicho Eris antes de morir acerca de la familia real, todos albergaban a los dioses dormidos y todos iban a despertar de manera irremediable, a menos que ella se dedicase a eliminar a sus contenedores poco a poco; claro estaba que Afrodita no sabía a ciencia acierta si su hermano contenía a aquella deidad oscura que dominaba a los muertos, pero sabía bien que si no intentaba eliminarlo, así como a sus demás familiares, Hades terminaría despertando irremediablemtente complicándole las cosas a Zeus.

-Quiero ver a Octavius- Dijo la mujer de los cabellos negros mirando aquel salón donde todo se veía, pero por una razón extraña no pudo hacerlo. Una razón que luego de que ella lo analizara bien le era muy lógica al final. No podía verlo porque él ya estaba protegido por una energía muy fuerte, una energía divina. Él ya tenía un ser poderoso despierto dentro de él y ella no podía hacer nada. -Maldición! Seguro es uno de ellos dos... ¿Pero qué deidad tiene mi hermano mayor?- Lydia se mordió el labio inferior y con una preocupación nueva dijo- Quiero ver a Vergilius.

El corazón de la ex- princesa de Roma dio un vuelco cuando vio la imagen de su hermano. No había un sólo bloqueo, nada la alejaba o le impedía poder localizarlo, cosa que ella entendía que aquel hombre estaba en su estado puramente humano; sin embargo pudo percibir algo raro de él, algo parecido a una fuerza minúscula que lo aferraba a la vida. -Ya veo... MI hermano está enfermo según lo que puedo observar, tanto que todos los soldados hacen un escándolo a su alrededor. Definitavamente esto es demasiado bueno. Termino con él y siguen todos y cada uno de mis primos. No quedará nadie vivo si de mí depende.- Lydia concentró su cosmos e hizo aparecer un frasco de metal con un líquido dentro. Si quería que su hermano viajase al más allá de una vez, tenía que actuar pronto, por lo que apenas ese frasco se materializó, Lydia elevó su cosmos y desapareció del salón donde se encontraba dejando sólo los resultados de su búsqueda como imagen perenne para que cualquiera pudiese verla.