Camino al Santuario

Tras haberse retirado de la Villa de la joven Sophia, la lemuriana seguía desde atrás al joven Leonard no se quería apresurar demasiado sabía por dichos en Mu más o menos la ubicación del Santuario más no sabía su ubicación exacta, si lo supiese hace rato se hubiera transportado junto con Leonard a aquel lugar, pero era más seguro caminar a través de terreno escarpado de distintos tipos cosa que provocaba distintos tipos de tropezones más no caídas por parte de la lemuriana que por pura suerte no alcanzaba a caerse por sus intentos rápidos de mantener el equilibrio, el sendero comenzaba a desaparecer para dar paso a las montañas las cuales había que subir con cuidado aunque por si las dudas, prefirió hacer algo que hacía en lemuria cuando se escapaba del entrenamiento, concentró levemente su cosmos y comenzó a transportarse de vez en cuando sin hacer mayor esfuerzo, se quedó mirando a Leonard el cual llevaba en sus brazos un pequeño cachorro que era precioso a la vista, cuando escuchó la voz de el joven casi se cae pero por suerte otra vez mantuvo el equilibrio a tiempo.
- Queda mucho menos - dijo mientras se transportaba a la cima para ver el bello paisaje, en la lejanía se podía ver un pequeño poblado y el mar cercano bañando las costas estábamos demasiado cerca de nuestro destino solamente debíamos de caminar un poco más, la velocidad a la que íbamos era distinta a la común así que llegaríamos muy pronto.

Enya aún se encontraba observando el paisaje maravillada, siempre le había gustado ese tipo de vista en la cual los edificios se ven diminutos haciéndolos parecer pequeños juguetes en vez de una ciudad, en parte recordaba a Lemuria cuando se escabullía del entrenamiento básico para ir al punto más alto de aquel continente y así poder apreciar la vista la ciudad principal, su pensamiento divago en pequeños recuerdos que a veces se hacían presente recordándole quien era, la voz de Leonard la sacó de sus cavilaciones le miró curiosa.
- Bueno - respondió simplemente a pesar de su curiosidad se controlaba, ya que presentía que no era nada malo, el joven comenzó a ir más rápido la lemuriana le observó quedándose quieta un instante y luego se transporto al lado de este para comenzar a caminar más o menos a la misma velocidad e ir a la par, la voz del joven nuevamente se hizo presente, ella le miró y dirigió su vista a lo que parecían casas blancas de distintos tipos entre una montaña cada una separada por una larga escalinata, detuvo su andar apreciando la belleza - Es mucho más hermoso de lo que me habían dicho - dijo admirando el Santuario de Athena, comenzó a acumular pequeñas cantidades de cosmos en sus piernas ya tenía ganas de llegar allí, pero no transportándose si no corriendo, de la nada comenzó a correr a gran velocidad gracias a la concentración de su cosmos en sus pies y piernas - Atrápame si puedes - esto fue lo que envió a la mente de Leonard esperando que siguiera el pequeño juego.

El seguir caminando con una armadura ajustada al cuerpo no era cansado aunque lo pareciece, el metal se acoplaba como una segunda piel además de que estaba viva por lo mismo no pesaba tanto, seguí por el camino principal luego de mi pequeño desvió hacia aquel claro en el cual conseguí lo que yo no creía tener derecho de poseer la Armadura Amazónica de Aries, aunque eso no quitaba de mi mente que algo malo pasaría la señorita Sophia estaría bien me preguntaba a mi misma estaba preocupada de ella no solamente por ser la reencarnación de Athena sino porque por lo poco que la conocí era una persona muy amable y gentil, me había agradado y temía que alguien le hiciese daño.
- Una constelación empezó a brillar y otra se apago - dije mirando al cielo, hace poco rato había caído la noche, la constelación de Sagitario emitía un gran resplandor eso quería decir que su dueño había conseguido su armadura, el Caballero de Sagitario es el más leal a Athena según lo que me habían contado y era bastante posible que quedase muy poco para algo muy grande, eso lo sentía en mi corazón desde algunos días la verdad no tenía ya el mismo temor a la guerra sino que ahora quería pelear para salvar a todas las personas, mi propósito como amazona era ese desde luego, pero antes solamente temía. En un lado del sendero que llegaba a la cima había una cueva la cual aproveche para pasar la noche.

La cueva si bien no era una casa, es lo de menos ya que servía de techo para pasar la noche, allí encontré un lugar en el que hace mucho se debió de haber ocupado para hacer una fogata, al ver esto salí a buscar al prado algunas ramas secas para prender fuego al tener suficientes volví a la cueva deshabitada, dejé las ramas en el suelo para luego prender fuego, cosa que hice gracias a mi cosmos con el cual generé calor en las ramas, me acomodé al lado de la fogata la cual me entregaba un calor agradable y que impediría que pasase frío en aquella noche, saqué de mi morral una tela larga, que no era demasiado gruesa ni demasiado delgada, la acomodé como una manta encima de mi cuerpo en ella mantuve mi cosmos para que se calentase lo suficiente, acomodé mi morral como si se tratase de una almohada me acomodé bien y procedí a dormir. Desperté en medio de la noche producto de una leve brisa fría que ingresó a la cueva, miré a aquel lugar he hice algo similar a lo que había hecho con las ninfas pero sin dañar, generé una crisálida de polvo estelar alrededor de mi cuerpo y la fogata impidiendo el paso del aire frío, pero permitiendo al mismo tiempo que hubiese la ventilación suficiente para respirar y para que el fuego no se extinguiese producto de no haber aire, nuevamente me acomodé hasta quedarme dormida.